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Conferencias

Tres de las conferencias que ha ofrecido

I. - El arte como alternativa de desarrollo.

II. - ¿Es el monólogo un fenómeno meramente teatral?

III. - Territorio, lenguaje corporal y carácter.

Para presupuestos favor de contactarnos.

Cursos asesorías y conferencias dependen de la agenda profesional de la actriz.

 

I. El arte como alternativa de desarrollo.

Ponencia integrante del Seminario el Arte en la Escuela organizado por Arte Total en la Capilla del Centro Cultural Helénico en Junio de 2002.

Arte y teatro: juego, placer y voluntad.

1. - El juego, el método y la técnica.

Los niños y los artistas son propensos al juego. Para el niño, el juego significa un medio de aprendizaje, para el artista, un método de creación, para el actor una materia prima.

Al estudiar una lección, los pequeños practican un método y una técnica, ciertas reglas que facilitan la ejecución de lo propuesto. De igual importancia es que exploren su libertad, que jueguen a expresarse con sonidos y ritmos, colores y contrastes, intensidades y texturas, espacios y movimientos, sentimientos y pensamientos.

La familia puede llamarles divagaciones, pero para para el niño, son experimentos donde se practica la audacia y se advierten los límites, donde puede encontrar la sensación de libertad y con ello conformar y desarrollar su carácter. Es importante que la familia apoye y estimule para que un niño se acerque al arte.

Es muy frecuente que la práctica del método y la técnica obtengan el primer lugar en la jerarquía del orden familiar, y que el juego, exploración o divertimento, sea descalificado. Cuidado, el método y la técnica sin juego se tornan monótonas, aburridas y finalmente provocan desinterés y abandono. El juego, a su vez, sin técnica ni método, se vuelve sí divagación, más que diversión.

Digamos que el método y la técnica son las reglas, los límites, donde se inscribe el juego para convertirse en arte. Al imponerse, de manera gradual, reglas más estrictas y escrupulosas, más se estimula el reto al ingenio y con ello se apela a la práctica, siempre y cuando, el juego se contemple como un elemento imprescindible en el proceso.


II.¿Es el monólogo un fenómeno meramente teatral?
o

Por mis monólogos ando aquí nomás monologando… Aunque se enoje Tomás Mojarro
por el uso del gerundio

Ponencia integrante de la mesa redonda titulada Teatro de Monólogo en México el 17 de noviembre de 2002 dentro de las actividades de la Primera Semana Nacional de Teatro en Puebla dentro del marco del IV Festival Internacional de Puebla.

A lo largo de mi vida he tenido un constante contacto con este género: el monólogo. He tenido, también, la fortuna de interpretar y estudiar los diferentes textos de excelentes autores mexicanos y extranjeros como Emilio Carballido, Luisa Josefina Hernández, Oscar Liera, Dario Fo, Finn Methling, Denise Clarke o Alejandro Lamadrid.

Como mi contacto con este modo teatral se dió desde mi adolescencia, para mí ha resultado un tanto natural integrarlo como un medio de expresión más y he aprendido a apreciarlo por diversas razones que en adelante intentaré especificar.

En primer lugar, dada mi experiencia con el monólogo, diré que es un medio excelente para probar no sólo las capacidades de quien lo interpreta sino el temple del artista. Quien, además del trabajo creativo y disciplinario que le implica, en la actualidad debe fungir tareas tales como de organizador de la producción y el de su promoción.

El trabajo del actor alrededor de un monólogo es arduo y realmente admirable el que algunos lo lleven a cabo tan graciosamente durante muchos años y puedan mantener el nivel de energía y calidad que requiere.

Como género teatral en sí, ahora más que nunca, creo que es un reflejo de nuestro tiempo en muchos aspectos: el de condiciones de producción, el de la práctica artística y el de manifestación de un entorno sociocultural. Aún con la controversia que acarrea yo admiro a quienes lo hacen, lo promueven y disfrutan.


III. Territorio, lenguaje corporal y carácter

Sesión ofrecida en Darmouth College, New Hampshire (EUA).

En noviembre de 1996 atendiendo a una invitación de Darmouth College se ofreció una clase a estudiantes de nivel licenciatura de manera exprerimental e informal, que aquí se transcribe.

Pedí al titular del curso evitara presentaciones formales de mi presencia ante el grupo para apreciar sus reacciones espontáneas ante un agente extraño en su ambiente.

El que fuera yo extraña o ajena no sólo porque no me hubieran visto sino por ser extranjera, de una lengua materna diferente y de una apariencia física distinta a ellos era una situación específica y no usual en un horario regular de sesiones en su clase de actuación.

Llegué primero y me senté a esperarlos. Con anterioridad le pedí al profesor que él llegara 2 o 3 minutos después de la hora de su sesión para estar seguros de que todos estuvieran ahí y me permitiese captar las reacciones de los estudiantes conforme asistían a lo que ellos pensaban sería una clase regular.

Conforme los estudiantes llegaban y se distribuían en el espacio yo instalaba mi grabadora y simulaba algunas fotografías del salón de clase (sin película y con flash).

Cuando estuvieron todos y el profesor había llegado lo primero que hice fue preguntarles si se habían sentado y distribuido en el espacio de la manera acostumbrada. Dijeron que sí y el profesor confirmó la respuesta.